Los pies de una persona recorren el equivalente a tres veces la
vuelta a la tierra a lo largo de su vida. Esta parte de la anatomía, la
única capaz de llevarnos a cualquier lugar (sin contar la
imaginación), soporta el 120% del peso del cuerpo y absorbe más de
1.000 toneladas de presión por cada 10 kilómetros. Se trata, sin
ninguna duda, de la zona que más estrés sufre con cualquier actividad
deportiva y, sin embargo, es la que menos atención y cuidados recibe.
Desde
una mirada psicogenealógica, en los pies podemos situar la infancia.
Simbolizan la firmeza y el arraigo; “tener los pies en el suelo”
significa estar arraigado, ser consciente. El otro día señalábamos que
podemos reconocer a nuestros amigos y familiares por el sonido de sus
pasos.Veamos algunos ejemplos:
-Tener los pies grandes puede
significar que es una persona que en su infancia estuvo muy unido a la
madre, incluso una cierta tendencia al materialismo. Por el contrario,
los pies pequeños pueden señalar que el apoyo lo encontraba en lo
paterno, individuo atraído por lo espiritual y por lo intelectual.
-Los pies planos corresponden a una persona sin ataduras, sin estabilidad ni apoyo, a la que no le gusta echar raíces.
-Los pies pesados y firmes tienen una buena conexión con la realidad. Firmemente arraigadas al suelo, a la seguridad.
-Caminar
sobre las puntas de los pies significa tener poco contacto con la
realidad, no echan raíces en ninguna parte y son poseedores de grandes
sueños, con mucha fantasía y creatividad.
-Caminar apoyados sobre el talón, marca una tendencia a rehuír de la vida ya que pueden se derribados hacia atrás fácilmente.
-También
podemos observar que cuando al caminar las puntas de los pies se
separan, marcan que son hijos de padres divorciados, o separados…
-Cuando hay una regresión a la infancia las puntas de los pies miran hacia dentro.
Aunque hay más cosas “simbólicas” que podemos hacer y que guardan relación con los pies:
Dice
Alejandro Jodorowsky que es conveniente que amemos la ciudad en la
que vivimos, ese espacio que pisamos todos los días. Y para mejorar
nuestra relación con ese espacio propone este sencillo acto
psicomágico: “antes de salir a pisar la calle, perfuma las suelas de
tus zapatos”
Se suele decir que los problemas de pies esconden el temor al futuro y el miedo de no poder avanzar en la vida.
Otro ejemplo para entender la importancia de los pies:
Una
consultante le dice a Alejandro Jodorowsky que sufrió de pequeña
orfandad y maltrato, que ha salido sola adelante pero con algunos
inconvenientes. Con 37 años, sigue sin permitirse ser feliz, siempre
adelantándose a los acontecimientos sin disfrutar del momento y siendo
poco o nada consciente de sus logros…
Alejandro Jodorowsky le
contesta que debe amarrarse al presente y fabrícarse unos zapatos con
suelas de plomo. Así cada paso que de la atará al suelo y la sacará de
las fantasías del futuro. Le dice que el futuro no es su enemigo, ya
que encierra los designios del universo que con una inmensa fuerza
tratan de conducirla a la iluminación, es decir, a expandir sus
límites mentales.
Insiste en que Todo lo que haces al mundo te
lo haces a ti. “Yo no voy a nadar con los pies sucios, ¿por qué tengo
que andar por terrenos sucios o entre árboles que se están muriendo o
por terrenos contaminados?”
Terminemos el artículo con las palabras de la maga-masajista Doña Magdalena a Alejandro Jodorowsky (”El maestro y las magas”):
La primera infancia se guarece en tus pies.
Si
dejas a tu bebé encerrado allí, te traba la marcha, te sumerge en una
memoria que es cuna y prisión, te corta del futuro, te empantana en
el pedir sin dar y sin hacer.
Deja que la energía acumulada en
tus plantas, dedos, empeine, suba hasta las canillas, te transforme en
niño: juega, baila, patea el aire como si fuera un gigante al que
dominas. Pero no te quedes ahí, asalta esa fortaleza al parecer
inexpugnable que son tus rodillas.
Por delante presentan una coraza al mundo, pero detrás, en la intimidad, te ofrecen la sensualidad del adolescente.
Las
rodillas conquistan el mundo, te permiten ocupar como un rey tu
territorio, son los caballos feroces de tu carro. Pero si no sigues
subiendo, madurando, ahí te quedarás, encerrado en tu castillo. Vamos,
entra en ellas y sube por tus muslos, hazte adulto, en las
articulaciones que unen tus húmeros a la pelvis descubre la capacidad de
abertura de tus piernas…
Ante ti, mi héroe, se presenta la sagrada columna, cada vértebra es un escalón que te lleva de la tierra al cielo.
Desde
la grandeza y potencia de las lumbares, trepa hacia las sentimentales
dorsales y llega a las lúcidas cervicales, para recibir la caja
craneana, cofre de los tesoros que culmina en diez mil pétalos
abriéndose hacia la energía luminosa que llueve del cosmos.
Y ahora que has aprendido a abrirte, no te quedes encerrado…
Giovanni Giussepe
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